Gonzalo Arango es mejor hablado que leído. El agresivo escritor nadaísta cuya filosofía tiende a destruir todos los mitos, todos los valores, a soltar, pudiéramos decir, todas las amarras que atan a los seres humanos a las normas establecidas, es personalmente un hombre tímido, mesurado al hablar... y hasta sencillo... Su misión, en este mundo, es “vivir”... en todo el sentido de la palabra, llevándose de calle la moral, el orden, las buenas costumbres... Pero con todo y esas libertades, Gonzalo Arango no es feliz. Es un atormentado, un hombre en muchos sentidos frustrado, un solitario... “Los nadaístas somos muy desgraciados”, afirma; “además la felicidad no existe sino como un estado de plenitud anímica, que se da por oposición al dolor. Somos trágicos, pero paradójicamente podríamos llamarnos felices... porque no nos atamos. Gozamos con irresponsabilidad. No tenemos moral”.
En el ambiente convencional en que lo entrevistamos —una pastelería— ante una mesa con mantel almidonado y florero con rosa en el centro, parecería “des-ubicado”, ya que lo imaginamos mejor instalado en buhardillas, envueltas en humo, rodeado de hombres con pelo largo y mujeres deslacks. Pero no hay tal. El, según nos lo confesó, ha dejado un poco de lado esa vida bohemia, para “trabajar en serio”, y a menudo se sienta ahí, ante esa misma mesa, para escribir y observar, naturalmente con ojo crítico, el mundo que lo rodea...
“La timidez me ha lanzado a la agresividad”
Gonzalo Arango es, personalmente, todo lo contrario de lo que aparenta. No es el hombre agresivo, violento, escandaloso que se adivina en sus escritos... Es humilde, sencillo y habla en un tono casi dulce... “La timidez me ha lanzado a la agresividad”, explica; agresividad que para sus amigos de Cali a veces no es suficiente. Por “blando”, quemaron su imagen en una ceremonia que se realizó en aquella ciudad hace unos años. “Eso está bien”, afirma el “padre” del nadaísmo, que se encoge de hombros porque los discípulos sepan más que el maestro... “El nadaísmo no es una dictadura de conciencia. Es una posición crítica”.
Sobre la mesa hay varios ejemplares de su manifiesto al homo sapiens. Es un manifiesto escandaloso, escrito quizá para hacer cierta la apreciación de los académicos, en un “lenguaje de alcantarilla”... ¿Cuál es la intención de este repugnante mensaje?, le preguntamos. Afán publicitario, exhibicionismo... El lo reconoce así. “El mejor método de persuasión es el escándalo. Somos exhibicionistas porque nos amamos mucho a nosotros mismos. Uno es más importante que todo. El espíritu hay que imponerlo con los mismos métodos con que se impone una pomada.
Aspiramos a que nuestra inmortalidad nos la den por anticipado... Somos trágicos y por eso humoristas... El humor es trágico. Es el valor más alto y refinado de la inteligencia. Ser trágico es fácil: basta existir...”.
“Tuve uso de razón a los 20 años”
A pesar de que tal vez muchos lo saben, le pedimos una definición concreta del nadaísmo. El explica: “Es la negación de todo lo muerto y la afirmación de todo lo que está vivo. Tenemos una actitud frente a la política, a la religión, a la estética. La estética nadaísta es una trampa de ratón, y hay que saber la forma de roer el queso sin quedar atrapado... No nos sometemos a ningún precepto, porque limitaríamos la libertad creadora; porque esa libertad es el valor esencial del arte”.
Gonzalo Arango, interrumpe a menudo sus disertaciones para mirar al vacío... Medita sus respuestas y algunas las subraya con una sonrisa maliciosa... Se burla de todo, se ríe del mundo y de sus semejantes. A veces reconoce que es loco, pero sin embargo afirma: “He estado en contacto con psicoanalistas y he descubierto que los locos son ellos... Yo soy muy cuerdo... Ellos están llenos de complejos...”.
Opiniones para Lucy
Qué pienso de la vida
Que es un inventico estupendo.
De la muerte
Por desgracia existe, pero tengo fe en que los rusos inventarán la inmortalidad antes de morirme. Si la inventan prometo volverme comunista.
De las mujeres
Sólo por las mujeres vale la pena vivir, y hasta escribir. Dios tuvo una idea genial al inventarlas.
Del matrimonio
Es excelente para los que no tienen nada qué hacer con su vida. Es una institución muy moral, pero va contra la naturaleza. No me gusta en absoluto. No creo que tenga mucho corazón para soportar una mujer a mi lado doce horas de día y doce de noche. Esto requiere no sólo mucha paciencia sino mucho coraje.
De los hombres que se matan por las mujeres
Que son bobos. Al contrario, a mí las mujeres siempre me han servido para no matarme. Toda mi vida y todo mi pensamiento gira en torno de una mujer, de dos... hasta de media docena. Debe ser por esto que Elena Araújo, la crítica dice que mi literatura es frívola. Cosa que es cierta, porque no soy un intelectual sino un vividor.
De la fidelidad
Existe, pero no hay que creer en ella. Y es muy admirada por los fieles como todos los mitos.
De no haber fundado el nadaísmo ¿qué habría hecho con su vida?
Supongo que lo peor, como casarme, o haberme suicidado. Todo parecía indicar que iba a ser abogado, pero afortunadamente cierta inclinación a torcerlo todo me desvió del Derecho.
¿Cree en el horóscopo?
Creo que la línea de la vida, según los astros, es una línea curva, difícil y que conduce a la gloria.
¿Qué métodos o sistemas usa para escribir?
Ninguno. Yo soy un desordenado, un antimétodo, un anti-todo. Trabajo toda la noche porque nunca puedo dormir. Escribo, fumo, medito, hago infinidad de cartas, y cuando me siento estúpido me emborracho. Luego me acuesto a las 8 de la mañana y duermo hasta que despierto. He deseado vivir libremente como los pájaros. Me encanta no tener dinero, sufrir, y no tener que trabajar en una oficina. Por lo demás, soy el escritor que más trabaja en Colombia. En cierto sentido, soy un santo.
¿Se casaría?
No, nunca, los santos no nos casamos. Sinceramente me considero el peor “partido” para una mujer. Y algo muy terrible: soy un solitario. Las mujeres me agradan mucho por un rato, pero no para toda la vida. La estupidez humana me ofende, me escandaliza.
A duras penas me soporto a mí mismo. Además soy psicópata.
La gente tiene la opinión de que usted es loco. ¿Usted qué piensa?
Pienso que la gente es muy estúpida y se mete en lo que no entiende, ni le importa. Y además sí estoy loco.
¿Se siente un gran escritor?
No, en absoluto, me siento limitado, infinitamente insignificante. Cuando pienso en lo poco que valgo, me da mucha lástima.
Pero, ¿está orgulloso de sus libros?
No, todos los que he publicado me parecen basura, ni siquiera siento remordimiento por ellos, a lo sumo desprecio.
¿Para los nadaístas existe la inspiración?
Sí, porque a pesar de todo los nadaístas también tenemos un alma. Pero no creo en la inspiración al estilo romántico. Es más bien ciertas condiciones especiales que hacen posible la creación. No le puedo decir cuáles son esas condiciones, porque son un misterio, y aunque las poseo, no las conozco. Por ejemplo, yo sé que escribí mi novela Punta de Cielo en un mes de delirante embriaguez... estaba abonado para el milagro. Y sin embargo, sé que bajo otro estado diferente, esa misma obra no la habría podido escribir en dos años. La verdad es que yo no soy un escritor profesional, ni un intelectual de uso corriente, yo me siento un instintivo, un pasionario. Me agrada definirme con una frase Lawrence, esa de que la obra nace por pasión en mí como los besos.
¿Qué le parecen las intervenciones políticas del Padre Camilo Torres?
No me parecen políticas, sino muy cristianas y humanitarias. El mismo Cristo para demostrar que era Dios, tuvo que venir a este mundo a predicar su doctrina de amor. Camilo no hace otra cosa que recordarnos la doctrina de Cristo con palabras nuevas pero con idénticas ideas a las que tuvo el cristianismo primitivo. No hay que olvidar que también Jesús era un político de este mundo, que era un antioligarca, un antiimperialista, y un revolucionario como Camilo, y que por eso los van a crucificar a los dos. Este curita es formidable y me encanta porque se volvió nadaísta, por lo cual yo estoy pensando volverme cristiano, para que juntos luchemos por aquello que decía Camus: los que luchan por la justicia, luchan, en última instancia, por la belleza.
¿En qué trabaja actualmente?
Acabo de grabar un long-play con textos nadaístas para los Almacenes Bambuco, creo que será un éxito. A pesar de que yo no me admiro mucho, la juventud me quiere. Pero no me gusta que se ponga tanta fe en mí porque eso me crea compromisos. Detesto sentirme responsable, eso limita mi vida y mi libertad. No quiero responder a nadie de mis actos, ni a Dios ni a los hombres.
El fundador del nadaísmo es el treceavo hijo de una familia antioqueña. Se ha desligado completamente de todos sus parientes... “no quisiera molestarlos”, afirma... “ellos no están de acuerdo con mis ideas...”. Nació en Andes, un pueblecito pequeño, y empezó a estudiar abogacía en la Universidad de Antioquia. “Iba en segundo año de derecho (en 1952), cuando me di cuenta de que la justicia colombiana era letra muerta... Me decepcioné... En esos días había perdido los valores religiosos... y entonces se operó en mí una gran crisis... Empecé a buscar nuevos valores que justificaran mi vida. Ese valor fue el arte. Descubrí una vocación literaria... Nunca pensé en ser escritor”.
“Yo tuve uso de razón a los 20 años... Antes no había meditado en los valores... Cuando lo hice, los encontré deleznables... No resistían el análisis ni la crítica... Me volví racionalista a través de la cultura... La razón destruye la fe...”. Gonzalo Arango es el resultado natural de las sociedades fanáticas... “Una sociedad necesita equilibrarse produciendo locos... Es el caso de Fernando Gonzalez Nosotros somos sus discípulos... y los herederos de su inconformismo”.
“La literatura es un ocio”
La ocupación de Gonzalo Arango aparte de “vivir” es escribir, aunque en verdad tratándose de un nadaísta esa no es ocupación alguna. Considerarla como al sería desconocer esa filosofía. Y ya lo dijo J. Mario: “Para nosotros, la literatura no es un oficio sino un ocio...”. Y en ese “ocio” han conquistado posiciones. Hace una año, en el Festival de Cali, las obras nadaístas se llevaron todos los premios. Y Gonzalo Arango anota: “El nadaísmo es la generación de vanguardia más importante de América... La filosofía de la juventud es el nadaísmo... Si no existiera el nadaísmo, no existiría literatura colombiana nueva”.
Para sacar a Arango de su nadaísmo, para ubicarlo en una órbita diferente, le hacemos preguntas idiotas. Por ejemplo: “Defina el snobismo”... Después de pensarlo, responde, siempre con su sonrisa burlona, apretando los ojos: “El snobista es un ser que se asoma al espejo y le dice a su imagen: hoy sí que estás inteligente...”. La definición de burgués se queda entre el tintero... Nos responde con una pregunta: ¿usted es burguesa? (¿Seremos burguesas? No lo sabemos. Le pedimos a Arango que defina la burguesía para saberlo...) Pero él pasa a otro tema, no sin antes advertirnos... “Yo soy un burgués... pero no sé cómo soy...”.
Los nadaístas, dice Gonzalo Arango, son reacios a militar en ningún partido político, pero el nadaísmo representa una porción revolucionaria en el campo de la literatura que es afín a la revolución política y social. “Nos conservamos al margen de la política para ser más revolucionarios...”. Y cuenta una anécdota quizá ya desconocida: cuando Alfonso López Michelsen lanzó aquella frase de combate que decía: “Pasajeros de la revolución, subid a bordo”, Arango y sus amigos le pusieron un telegrama que decía: “Nosotros somos pasajeros de la revolución, pero gracias: no viajamos en tercera”.
“El pensamiento es una enfermedad de la vida”
Las cosas que dice el escritor nadaísta nos hacen meditar y nos hacen reír. Realmente, una mente “organizada” como la nuestra no alcanza a comprender muchas de esas genialidades... o locuras. No nos cabe en la cabeza que la razón de vivir de los nadaístas, se reduzca a sensaciones físicas, a vivir la vida irresponsablemente. ¿Actuarán así acaso por cobardía...?
Gonzalo Arango continúa: “El pensamiento es una enfermedad de la vida... Uno termina por comprender que todo es absurdo, y como los nadaístas amamos la vida en forma frenética, nos atormenta tremendamente la muerte...”.
Y ahora pasemos en serio a la literatura. ¿Qué fue el escándalo con el premio Esso? Gonzalo Arango, acompañado por un grupo de intelectuales de distintas tendencias, publicó un manifiesto en el que protestaba por el fallo, proferido por distinguidos miembros de la Academia colombiana. “La Academia tradicional se opone a toda tentativa de renovación”, afirma Gonzalo Arango. “Es una institución conservadora y el arte siempre es revolucionario, cambiando la realidad, superándose a sí mismo. Consideramos peligroso que la literatura esté sometida al yugo de la Academia, que está invadiendo terrenos absolutamente privativos de los escritores, puesto que el escritor puede llegar a ser académico, pero un académico no necesariamente es escritor. Los escritores colombianos nos sentimos ofendidos y humillados con la negativa de la Academia de aceptar los puntos de vista que les pusimos de manifiesto. La Esso piensa que por el hecho de tener la plata puede desconocer los derechos de los escritores. En vista de que se ha negado a aceptar las modificaciones al concurso, haremos una campaña de solidaridad para negarnos a participar en los futuros certámenes del premio Esso, pues si ellos tienen la plata nosotros tenemos la literatura. Y yo pregunto: entonces ¿con quién van a hacer el concurso? Todos los escritores del país nos vamos a comprometer a no colaborar, y quien lo haga será considerado por nosotros como traidor y mercenario...”. Qué beligerantes, afirmamos... ¿No es absurdo que los mismos beneficiados se echen cuchillo en su propio pescuezo? “Sobre las bases actuales no aceptamos nada”. ¿No habrá posibilidades de acordar entre los interesados las bases? “Ellos se opusieron”.
El solitario se despide
El tiempo se acaba y debemos poner final a esta entrevista. Antes de despedirnos pensamos: ¿Qué estamos haciendo nosotras, católicas, en cierto modo conformistas, conscientes, responsables, escuchando a quien predica la destrucción de todo lo que para nosotras vale? ¿Estamos tratando de encauzarlo por el “buen camino”? ¿Tratamos de aprender su filosofía? Nada de eso... Son gajes del oficio, de este oficio de periodistas que nos lleva a veces a escuchar al ministro, al gerente, al sacerdote, a la señora importante, y otra nos coloca ante el discutido nadaísta Gonzalo Arango.
Con su melena revuelta, vestido con una chaqueta deportiva sobre un suéter de lana que lo aprisiona hasta el cuello, Gonzalo vuelve a sonreír burlonamente. En el ojal de la solapa lleva un clavel chino, que resalta agresivo sobre el tono café de la chaqueta desteñida.
Son las doce del día y el sol calienta, pero Gonzalo Arango tiene frío... Se levanta el cuello de la chaqueta, tratando de encontrar el calor que no siente... Se va a descansar, justamente cuando los otros hombres despiertan... No duerme de noche porque no puede... Cuando la actividad de la ciudad está a punto, Gonzalo Arango duerme, de espaldas al mundo. El es un hombre solo con su talento, su inconformismo, su tragedia... Antes de despedirse nos alarga unos papeles en donde nos da su opinión sobre el amor, el matrimonio, la muerte... y se aleja. No mira el hermoso cielo azul que recortan las montañas. No aspira la brisa fresca que nos azota los cabellos, no ve las plantas, que mezclan sus colores en los surcos del parque... Para él no se hicieron esos pequeños goces. El no siente la alegría de la naturaleza. Recordando lo que minutos antes nos dijo, nos conformamos mejor con nuestra suerte. Es bueno tener fe, y creer en Dios, y esperar para después una vida... De cara a las montañas, respiramos alegres el aire puro.
Fuente: Reportajes, Volumen 1. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia - Biblioteca Pública Piloto, octubre de 1993.
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