24 mar 2012

ANTIOQUIA LA GRANDE 
Por Héctor José Corredor Cuervo

Edén de grandes ensueños, de leyendas, de bonanza,
de labriegos generosos con tiple, carriel y ruana
que cultivan ilusiones en cafetos de labranza
para cosechar los sueños con una cultura sana.

 Por caminos y veredas se descuelgan silleteros,
cargados con esperanza, en macetas de mil colores,
las que revelan tradiciones heredadas de arrieros
quienes talaron montañas y las cubrieron con flores.

 El trabajo es la gran virtud que desde niño se aprende
para disfrutar en vida las mieles de la fortuna
y enseñar al universo que lo paisa es diferente
porque la plata se tiene que ganar desde la cuna.

 Sus mujeres son hermosas como flores de jardines,
de donde se extrae el néctar para apacible colmena,
las cuales dan su dulzura a los tozudos paladines
que luchan por la familia, por la raza y por la tierra.

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