24 mar 2012

SUPERSTICIONES Y 
MALEFICIOS
(Tal vez pueda tomarse como un articulo muy extenso pero vale la pena leérselo, muy recomendado)

Para que los perros no lo muerdan, cuando los vea diga: Hak Pak “y esperad serenamente que los perros ante el encantamiento no os harán nada.”

Para el juego tome una anguila muerta por falta de agua y la piel de un toro muerto por ataque de perros, coloque la hiel en la piel de la anguila con un adarme de sangre de buitre; ate los dos cabos de dicha piel con un pedazo de soga de ahorcado y póngalo a secar todo en un horno calentado con helecho cogido en la víspera de San Juan. Después con esto forme un brazalete en el cual escribirá con su propia sangre, sirviéndose para ello de una pluma de cuervo las siguientes letras H.U.T.Y en el brazo izquierdo.

O si quiere hacerse amar de las mujeres debe llevar encima y de manera que le toque la piel del pecho izquierdo una bolsita de seda verde que contenga el corazón de una paloma y los ojos de un gato, todo puesto a secar y reducido a polvo; hay que advertir que este filtro debe ser preparado un viernes de primavera o en solsticio de verano.

Estas y más “recetas” y varias oraciones se pueden encontrar en este curioso texto, publicado en 1945 por el presbítero Jesús M Urrea, Vicario General de Santa Rosa de Osos, en él se estudian las tradiciones folclóricas de la región del nordeste de Antioquia, especialmente de Zaragoza y Remedios y otras diversas zonas mineras, enfocadas al aspecto de la brujería y hechicería.

Presenta una recopilación y recuperación de oraciones y conjuros, muchas rescatadas de la tradición oral.  Así lo manifiesta su autor desde el principio: “La penetración de la civilización en los más remotos rincones de esta Diócesis, llevada por los barcos, los autocarros y los aviones, y por las voces de la prensa y de la radio, ha despertado en mí el deseo de recoger cuanto antes, no sea que se pierdan, sin dejar huella en los libros, todas esas tradiciones, leyendas, conjuros, supersticiones, de aquellas tierras que hasta hace poco fueron llamadas por antonomasia, Los Montes, […] En aquellos pueblos remotos, centros a donde acuden los colonos del interior de la montaña, no es difícil encontrar un cúmulo de creencias y prácticas raras, que despiertan la curiosidad de los amantes de la demología, de la sociología y de la teología.”

Sobre la existencia de la brujería y oraciones hechiceras un poblador, considerado brujo en la región, al ser entrevistado por el autor en su misión, decía al respecto de la veracidad de éstas prácticas “Sí es cierto, y no solamente por estas tierras de Zaragoza y sus contornos, sino en todas partes del orbe. […]De esto le digo que existen, claro está, oraciones buenas y malas; por la sencilla razón de que existen dos poderes opuestos, Dios y Lucifer.”

El autor se refuerza en Visitas pastorales del excelentísimo Sr Builes por tierras de misión, donde Monseñor Miguel Ángel Builes trata el tema, en donde acredita los conocimientos de yerbateros, sin necesidad de ser catalogados como brujería. Igualmente de casos de literatura y folclor costumbrista, de Bulas papales, de libros y tratados de santos católicos o convertidos, además de la tradición oral.

Entre los temas que aborda trata el de los supersticiosos y el empleo de oraciones en sus prácticas para lograr sus fines. Expone que las supersticiones pueden ser mal empleadas al trascender y convertirse en sacrílegas “Supersticiones sacrílegas son estas, pues se profana lo sagrado para fines torcidos y se pone una fe criminal a estos objetos santos, torciendo su destino de orden sobrenatural para empleos diabólicos.”

En la explicación que da el autor de las oraciones ya benéficas o maléficas explora el contenido de sus términos: “Desde luego sorprende el uso de la lengua latina en la redacción de una oración en que aparecen mezclados los textos de la Sagrada Escritura y de la Liturgia católica con nombres desconocidos, con palabras sin sentido, con alusiones mitológicas, y todo para pedir lo imposible, es decir, la revelación de lo desconocido y lo futuro, sin distinción alguna; […]” “Lo malo es que se burlan de Dios y de los santos, a quienes invocan sacrílegamente para fines abominables, […]. En esas oraciones aparentemente invocan a Dios, a los santos, pero en realidad invocan a Satanás.

Claro está que estas prácticas y oraciones existen allí donde no se conoce la Religión y que a mayor ignorancia religiosa y menos práctica cristianas, corresponden mayores conocimientos de supersticiones y más practica diabólicas.” “La gente que se dedica a esta clase de faenas, son por lo regular, lo más bajo del pueblo y lo más ignorante que pueda existir.”

En su interpretación de este aspecto cultural y tradicional de la región, como se puede apreciar en estas últimas citas, es visto desde una perspectiva netamente religiosa, lo que da para criticar severa y casi burlonamente toda una forma de vivir y sentir una religión por parte de algunos sectores, a quienes estigmatiza de pobres, incrédulos, torpes al confiar en una tradición ancestral camuflada en el catolicismo.

A grandes rasgos el texto se puede dividir en tres apartes. Una primera comprendida por tres “capítulos” que abordan algunos antecedentes de supersticiones y la brujería en el periodo pagano y cristianismo. Presenta la lucha de la iglesia católica para acabar con hechiceros y magos que gozaron de gran prosperidad durante aquellos periodos.

Remite a ejemplo  de documentos pontificios sobre maleficios y brujerías, como la bula Summis desiderantes dada por Inocencio VIII en diciembre 5 de 1484, por la cual fue acusado el Sumo Pontífice de favorecer las practicas de hechicería. Otra de 1489 llamada Malleus maleficarum (Martillo de las brujas) de los frailes de la Orden Dominicana, quienes por encargo del Papa instruyeron los juicios de hechicería en Alemania. Igualmente ejemplos en Inglaterra, con pasajes de Macbeth donde describe la preparación de hechizos de unas brujas. Para pasar luego a América durante la Conquista y la Colonia, declarando para el continente que “La historia de las supersticiones sería la de la mezclas y transformaciones de la raza.” 

Aquí a diferencia de Europa no figuran príncipes, reyes, coronas, cetros, ni castillos, aquí son aldeas y pueblos recién fundados cubiertos de árboles y montes milenarios, su teatro son remotas y lejanas laderas de ríos y montes.

Una segunda parte podría ser el apartado en que transcribe varias oraciones, conjuros, recetas, etc., para diferentes motivos. Todas estas supersticiones y maleficios, en su mayoría son analizados y criticados desde una lupa netamente religiosa, como quedó manifestado arriba.

Figuran oración de San Marcos; a Santa Elena, “empleada a menudo por mujerzuelas de vida airada y es una oración diabólica.”; del poderoso dragón rojo;  a San Cristóbal; del Gran poder de Dios; de las Animas; de Sansón (San son); de la magia blanca; de San Juan; al Justo Juez; a la Virgen; a la Virgen del Carmen; Conjuro Real de María Santísima y de la Hostia Consagrada; Secreto mágico indial; Conjuro de Jesucristo, entre otras.  Todas estas oraciones y conjuros son empleadas para curar ganado, para salvarse de peligros y desafiar a todos los enemigos; para protegerse de alma y de cuerpo; Para los ojiados (niños, principalmente, a quienes alguna mala persona miró con envidia u odio y le echó con los ojos algún maleficio); Para obtener dinero; Para que no lo vean; Para que nadie le niegue nada; para hacerse invencible; Para discernir las intenciones de un enemigo; Para hacerse amar de las mujeres; para defenderse en las riñas; Para salir de la cárcel en tres días; Para no dejarse morder de los perros; Para el juego; Para preservarse de los malos espíritus; Para perder o embolatar en el bosque, entre muchas otras cualidades y necesidades.

Una tercera parte, que corresponde al capítulo IV La superstición ante el dogma y la moral, es un análisis de cómo se deben observar estas prácticas supersticiosas, si son licitas o ilícitas según la religión católica. Análisis basado en una división hecha por Santo Tomás quien dividió las observancias a tener en cuenta en cuatro renglones, a saber: “1 De las observancias para adquirir la ciencia por medio del arte notoria.- 2 De las observancias que se ordenan a producir cambios en algunos cuerpos. -3 De las que se ordenan a sacar congeturas (sic) acerca de las cosas prosperas o adversas.- 4 De las que consisten en colgar al cuello palabras sagradas.”

A parte de este se apoya en otros autores y teólogos confrontando posiciones, en un análisis bastante nutrido y sustancioso. Discusión acerca del origen y significado del término superstición.

En la primera hace comentarios sobre el arte notoria (la que busca el conocimiento de la verdad por ciertos pactos de signos acordados con los demonios.) por lo que la considera ilícita: “[…] que adquirir la ciencia es cosa buena; pero adquirirla de modo indebido no es bueno: y a este fin tiende el arte notoria.” En cuanto a la segunda que es usar las observancias para la salud (inmutación de los cuerpos) si es lícito si sus efectos son naturales. Para la tercera sobre conjeturas a futuro en algunos casos es licita en otros no, luego no puede concluirse, si esta observancia es licita o no. Y en la última la conclusión es similar a la anterior.

Así pues este libro es sólo un abrebocas para deleitarse con la lectura de éste texto; para conocer un aspecto de nuestra tradición, como se dejó entrever arriba, una mezcla no solo de razas sino de tradiciones europeas, nativas y negras, que han descollado en la brujería, los rezos o maleficios, que dan otra visión de una cultura tan nuestra y tan lejana. Por eso el texto mantiene su vigencia e invita a un estudio más pormenorizado.

Juan de Dios López Cano

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